viernes, 29 de septiembre de 2017

Ciudad vampira - Nacho Vegas

Veo ciervos al borde de la carretera grande que une mi pueblo pequeño con Madrid. No sé cómo se llama esa carretera, me pregunto qué pensarán los ciervos de ella. Es grande. La hago dos veces al día desde hace cinco años.
He visto amanecer, anochecer, nevar, y ciervos. Una noche vi fuegos artificiales, también.

En el metro hay una chica que hace y deshace un cubo de Rubik. Tiene las dos manos puestas en el cubo, los pies clavados al suelo. Lleva chanclas. Otra ventaja del zapato plano es que puedes ir haciendo un cubo de Rubik en el metro sin problemas. Lo que, en cierta manera, te hace un culo más bonito que llevar tacones. Hace y deshace el cubo tres veces antes de llegar a Guzmán el Bueno. Luego dejo de mirarla. Pienso en César, que se ríe cada vez que le pido que me cuente -otra vez- la historia de Penélope. Penélope, que tejía y destejía con los pies anclados al suelo.

Salgo del Metro. Un chico me sonríe desde lejos. Paro sólo porque me parece guapo. Lleva rastas y un brazalete verde en el brazo. Dice "tienes cara de querer cambiar el mundo". Él tiene ojos y voz de venir de lejos. Le digo "tú también" y me despido, porque mis ingresos de persona en paro no me permiten cambiar el mundo.

Voy a una reunión. Me gusta septiembre porque se empiezan cosas. Esta cosa que empiezo está dirigida casi toda por mujeres. Me gusta eso. Somos un grupo curioso, sólo tenemos en común las ganas de cambiar el mundo.

Cuando salgo hace frío y es de noche. Meto las manos en los bolsillos de la chaqueta y encuentro un puñado de caracolas.

La gente se queda a tomar una cerveza. Una chica dice "es lo único que hace falta para ponerse a cambiar el mundo". Yo no bebo. Espero un poco y me voy pronto. Dejando atrás una nueva oportunidad de revolución que acaba para mí antes de empezar si quiera.

Cruza el vagón una mujer que llora y grita. Dice "no os pido dinero porque lo único que necesito es alguien que me diga que todo va a salir bien". Nadie se lo dice, yo tampoco. Hago como que escribo para no tener que mirarla. Para no enfrentarme a la tercera oportunidad que voy a desaprovechar hoy.

Tengo delante un chico que mira un vídeo en el móvil con auriculares. Se ríe.
Él también está solo.